Vuelves entusiasmado de tu viaje a Japón o a Australia, con un montón de fotos y de notas y unas ganas enormes de compartir tus experiencias. Descargas los cientos de fotos, relees las notas de tu cuaderno o de tu portátil y te dispones a escribir. Y empiezan las dudas. ¿Cómo lo cuento? ¿en pasado, en presente? ¿en tercera persona o en primera? ¿Por dónde empiezo? ¿sigo el orden cronológico o me centro solo en lo más destacado? ¿empiezo por el final, la llegada a ese templo remoto y luego meto flashbacks? Y ¿qué hago con el tono: literario, ligero, periodístico, con humor?
Pocas cosas hay tan frustrantes como querer transmitir algo y no ser capaz de hacerlo. En el caso de la literatura de viaje además hay un mezcla de emoción, información, imágenes y voces que resulta difícil de combinar de manera convincente, verosímil y conmovedora. A caballo entre la crónica de hechos reales y la ficción literaria, los libros de viaje presentan dificultades específicas que no se conocen bien hasta que uno no trata de escribir uno.
Entre los errores más habituales se encuentra el querer contarlo todo, el dejarse la mitad de lo relevante en el tintero, en hablar demasiado o demasiado poco de uno mismo así como la falta de una estructura que dé soporte y cierta unidad al conjunto misceláneo de escenas, descripciones y diálogos de nuestras notas. Y también equivocarse con el tono: demasiado denso o demasiado ligero o sólo enfocado a lectores que son exactamente como tú…
Contar las huellas. Claves para contar tu viaje Ronaldo Menéndez (Alba, Barcelona; 2014)
Contar las huellas tiene el objetivo precisamente de ayudarnos a decidir qué contar, cómo contarlo, con qué personajes, con qué tratamiento del tiempo y dentro del marco de qué género literario. En apenas 126 páginas Menéndez da cuenta de los puntos esenciales de la escritura de libros de viaje de forma clara, amena y con entusiasmo, algo parecido a lo que ya había hecho en Cinco golpes de genio. Técnicas fundamentales en el arte de escribir cuentos (2013).
El libro recorre los elementos de todo texto de viajes desde una perspectiva triple, a nivel técnico, en lo que se refiere al contenido-visión y a un nivel que podríamos llamar filosófico. Estas tres perspectivas están interrelacionadas. El objetivo es que nuestro texto resulte verosímil, ameno y relevante.
El libro tiene cinco apartados principales, además de la introducción y una entrevista final (como ya hiciera en Cinco golpes…). Estos capítulos se ocupan respectivamente del trabajo con el tiempo, la construcción de personajes, la maquinaria descriptiva, la estructura, unidad y relación del relato de viajes con otros géneros narrativos y finalmente de los blogs y Facebook.
En la introducción Menéndez advierte sobre el riesgo de caer en cuatro categorías ‘disfuncionales’ de viajescritores o narradores de libros de viajes.
- Filosófico: lanza a sus lectores peroratas infumables para dárselas de profundo. Esto es un error que hay que evitar ya que: “Nuestro texto de viaje es una peripecia, una aventura –incluso interior- que debe ‘moverse’”.
- Espiritual: un tipo de viajero-narrador con tendencia a poner los ojos en blanco en cuanto el lugar tiene un cierto halo espiritual. Persona acrítica incapaz de ver más allá del enfoque New Age, por ejemplo.
- Informativo: estos viajescritores permiten que los datos útiles lastren la eficacia literaria del texto.
- Anodino: no cuenta lo relevante y abruma con un exceso de información. No sabe seleccionar.
Para luchar contra estos narradores defectuosos Menéndez propone usar un aparato imaginario llamado “clichetómetro” destinado a medir si alguno de estos defectos supone el 40% de nuestro texto. Si es así, habrá que revisar todo el manuscrito. Si no se llega hasta el 40% en ninguna de las categorías pero hay una dosis importante de estos errores, hay que revisar que las partes filosófica, espiritual, informativa o anodina sean agradables de leer y de verdadero interés para el lector.
Además de estos errores, el libro de Ronaldo Menéndez señala la importancia del talento: “el problema de muchos viajescritores y periodistas es que no tienen talento” (pag 11).
Capítulo 1 –tiempo
El trabajo con el tiempo tiene una influencia determinante en la atención del lector. Una buena gestión del tiempo hace que la lectura fluya, mientras que una incorrecta lleva a que el lector se aburra y pueda cerrar el libro o el blog. El tono y el ritmo del relato de viajes también dependen del tiempo.
Para la construcción del tiempo hay que tener en cuenta cuatro elementos: la relación TN-TR, la fragmentación temporal, las técnicas y las perspectivas temporales.
La ilusión de temporalidad en narrativa se logra a partir de la correspondencia entre el tiempo real (TR) y el narrativo (TN, espacio narrativo que dedicamos a recrear el tiempo real). Si el TR es mayor que el TN hay una comprensión del tiempo. Si ocurre lo contrario -si el TN es mayor que el TR- hay una dilatación del tiempo real, lo que produce un efecto de énfasis sobre ciertos elementos y ralentiza el flujo de la narración (lo que implica el riesgo de perder el interés del lector si la detención no está justificada).
Otra opción es el tratamiento fragmentario del tiempo, por ejemplo, empezar por un momento significativo y luego hacer un flashback.
Hay cinco técnicas para el tratamiento del tiempo: la escena, el resumen, la elipsis, la deceleración y la digresión. Cada una de ellas tiene un efecto distinto sobre el tempo narrativo y permite ocuparse de elementos concretos del libro de viajes. Así la escena produce viveza, el resumen genera ligereza, la elipsis permite yuxtaponer escenas y crear sorpresa, la deceleración produce énfasis y tensión y la digresión permite insertar detalles históricos o de otro tipo.
Existen también distintas perspectivas temporales: pasado inmediato (flexible y cercano), pasado remoto (más reflexivo, menos vivo), y el presente (muy vivo pero no permite digresiones).
Capítulo 2 – personajes
El segundo gran bloque del libro se dedica a los personajes. El autor aconseja buscar el equilibrio entre el viajero-narrador protagonista del libro y el resto de personajes y señala que es importante dejar que los personajes secundarios se vean bien (estén bien descritos) y se oigan bien cuando se hable de ellos. El diálogo debe reflejar el tono, el vocabulario y la personalidad del personaje.
Hay que evitar el egocentrismo y la omnipresencia del yo y ser humildes (el lector empatiza más con el viajescritor que fracasa pero es optimista que con el triunfador constante; el que triunfa sin saberlo también genera empatía). Hay que tener en cuenta que la descripción de los demás personajes se filtra a través del viajero-narrador (al decir “él era muy bajo”, la calificación es subjetiva y habla también del narrador). Recurrir al narrador testigo si hay un personaje que merezca tener protagonismo y relegarse a uno mismo a un segundo plano (Watson es el narrador testigo de las hazañas de Holmes, por ejemplo).
Para construir al personaje existen tres herramientas: lo que hace (acciones), lo que dice (diálogos) y lo que se dice del personaje (descripción y caracterización). Lo esencial es que nuestros personajes sean verosímiles y memorables para el lector. En los diálogos debe haber voces singulares y concretas.
Capítulo 3 – descripción
El tercer capítulo se dedica a la descripción, elemento muy importante en todo libro de viajes.
“El reto de una buena descripción es conseguir que el lector sienta, lo más íntima y sensorialmente posible, la realidad representada (…imágenes limpias, precisas; lenguaje ‘sincero’)” (pg 86).
En otras palabras, como decía Nabokov, hay que “acariciar los detalles”. Pero previamente habrá que decir qué detalles se incluyen y en qué orden, ya que lo esencial en toda descripción es la selección y la singularización de los rasgos (pg 82). “Si describes enumerando, procura que tu enumeración nos haga ver cosas concretas y singulares, un entreverado donde alternes los típicos elementos de un mercado, con aquello que convierte ese mercado en único” (pg 87). Además, puesto que las descripciones detienen el tempo narrativo es importante medir bien su duración y evaluar su oportunidad.
Capítulo 4 – estructura y género
El cuarto capítulo se dedica a la estructura, la unidad y a la relación del relato con otros géneros. Uno de los errores más habituales del viajescritor es el amontonar circunstancias y anécdotas que no conducen a nada. Para lograr un todo fluido y con sentido es necesario seleccionar bien el material y estructurarlo. Hay que decidir qué aspectos de mi viaje real voy a incluir y qué elementos se convertirán en las pautas de mi narración. En otras palabras, hay que elegir qué género voy a usar como marco para el libro de viajes. Esta elección es importante porque determina tanto la actitud y las expectativas del lector como la forma de trabajar del escritor.
Hay cuatro posibles géneros para los libros de viaje: relato, novela, ensayo y crónica. Cada género tiene unas características: relato (brevedad, tensión narrativa), novela (amplia y flexible), ensayo (opinión expuesta de forma amena y clara) y la crónica (equilibrio entre la trama y los datos, que deben ser rigurosos). Hay que elegir el género que mejor se adapte a lo que queramos contar.
Cuando el nexo conductor más que una cronología o un concepto son un tono o un enfoque (humorístico, por ejemplo) estamos apostando por la simpatía del lector pero al mismo tiempo nos arriesgamos a conseguir la antipatía de este.
En general es bueno buscar el equilibrio entre la anécdota y la información, utilizar los vasos comunicantes entre el tiempo narrativo y los contenidos de las digresiones, por ejemplo.
Capítulo 5 – Blogs y Facebook
Con frecuencia el libro de viajes adopta la forma de entradas de blog o de Facebook, por lo que Menéndez facilita algunos consejos en este sentido. Sus consejos para blogs de viajes son: cuidar la ortografía y la redacción, dejar posar el texto un par de días y revisar antes de publicar, decidir si nuestro enfoque será tipo crónica, tipo novela o cuento, seleccionar lo que puede ser relevante para el lector (y no únicamente lo que a ti te conmovió o interesó), ser tú mismo, evitar la corrección política y los tópicos y familiarizarse con los microrrelatos porque su economía expresiva y su trabajo con la tensión pueden ayudar a escribir buenos textos para Internet.
Conclusión
Como has podido ver, a la hora de escribir un libro de viaje lo esencial es la selección del material, el trabajo con el tiempo, el narrador y los personajes, así como la gestión de la atención del lector. Hay que esforzarse por mantener la verosimilitud, conseguir un texto fluido, atractivo e interesante.
Pues nada, a viajar y a contarlo. Bon voyage!
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Contar las huellas. Claves para contar tu viaje Ronaldo Menéndez. 126 pags. Alba Barcelona 2014. Blog de Ronaldo Menéndez
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