Prosigo mi transcripción a pluma de fragmentos literarios, esta vez con el comienzo de “Alicia en el país de las maravillas” de Lewis Carroll en inglés, publicada por primera vez en 1865. Incluyo también mi traducción al español.
(Haz clic en las imágenes para ampliar)
“and what is the use of a book,” thought Alice, “without pictures or conversations?”
¿Y para qué sirve un libro -pensó Alicia- que no tiene dibujos ni conversaciones?
Aquí va mi traducción del comienzo de Alicia en el País de las Maravillas.
Capítulo I
En la madriguera del conejo
Alicia estaba empezando a cansarse de estar sentada junto a su hermana en la orilla sin hacer nada. Una o dos veces había echado un vistazo al libro que estaba leyendo su hermana, pero no tenía dibujos ni conversaciones “y ¿para qué sirve un libro”, pensó Alicia, “sin dibujos ni conversaciones?”.
Así que estaba sopesando para sí misma (tan bien como podía, ya que el día cálido le hacía sentirse muy adormilada y estúpida), si el placer de hacer un collar de margaritas compensaría el esfuerzo de levantarse y coger las margaritas, cuando de repente un Conejo Blanco con ojos de color rosa pasó corriendo cerca de ella.
No había nada realmente extraordinario en ello; ni tampoco Alicia le dio ninguna importancia al hecho de que oir al Conejo decir para sí mismo “¡Dios mío! ¡Dios mío! ¡Llegaré tarde!” (cuando lo volvió a pensar más tarde se le ocurrió que hubiera debido preguntarse sobre ello, aunque en su momento todo parecía bastante natural); pero cuando el conejo fue más allá y sacó un reloj del bolsillo de su chaleco, lo miró y se echó a correr, Alicia se puso en pie de un salto porque de repente le atravesó como un relámpago la idea de que nunca había visto a un conejo con un chaleco con bolsillos o un reloj que se pudiera sacar de este chaleco y muerta de curiosidad echó a correr por la pradera justo a tiempo de ver cómo el conejo desaparecía dentro de un gran agujero al pie de un seto.
En un instante Alicia bajó por el agujero tras el conejo, sin preguntarse ni por un momento cómo iba a salir de allí después.
Al principio la madriguera avanzaba en línea recta como un túnel y después se hundía de manera tan repentina que Alicia no tuvo ni un segundo para pensar en detenerse antes de verse a sí misma bajando por lo que parecía un pozo muy profundo. (…)