Últimamente estoy de un atractivo que asusto.
Hace unos meses, una tarde mi coronilla atrajo una pelota de tenis cayendo en picado a toda velocidad desde varios metros de altura. El origen del proyectil amarillo era una pista de pádel al aire libre en un segundo piso, cuya red metálica al parecer no aislaba lo suficiente.
Afortunadamente la flecha esférica de Cupido erró el tiro y terminó en la acera, a unos pocos centímetros de mis pies.
Mi "magnetismo" fatal había empezado años atrás,...
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