Una piscina pública de verano en una ciudad del interior es la máxima entropía. Una playa muy concurrida también lo es aunque en menor grado, porque al fin y al cabo la parte que tiene de naturaleza impone un cierto orden (natural): es natural que haya arena, es natural que haya olas, es natural que haya peces, y esta naturalidad (contaminada, si se quiere, asfixiada por la urbanización salvaje en las zonas costeras incluso) compensa en cierta manera todo lo demás, mientras que en una piscina pú...
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