I
Los dos jugadores están frente a frente. Uno a la izquierda y otro a la derecha. Se les ve de perfil, con el cronómetro sobre la mesa en medio de los dos. Es un modelo vintage de madera de doble esfera, réplica exacta del empleado en la final de un campeonato entre Karpov y Kasparov en la década de 1990 del siglo anterior.
Veintimuchos o treinta y pocos. Aspecto de lo más común. Ni gordos ni delgados. Ni guapos ni feos.
Sobre la mesa no hay un tablero de ajedrez sino dos smartphones de última generación, en los que teclean a toda velocidad los dos contrincantes.
El evento de hoy consiste en un desafío a través de una red de microblogging, retransmitido a través de la pantalla plana gigante que preside el Aula Polivalente nº 1. Los textos se van formando en la enorme pantalla en una tipografía de palo bastón casi en tiempo real, con un desfase apenas perceptible.
“¿Gurues o Gurús?”
“¿Qué?
“Has dicho que odias a los que van de gurues baratos por la vida”
“¿Y?”
“Que se dice gurús, no gurues”
“Ilústrame! Y eso debería importarme una mierda porque…”
“Porque cagarte en las reglas de la lengua que te permite comunicarte no parece una actitud inteligente. Es como un programador que degrada su propio código”
“Creo que Hitler hablaba un alemán perfecto en sus sentencias de muerte”
“Escribiría, en todo caso”
“Qué mierda dices, puto friky?? No sabes parar???”
S2 se ha levantado de la mesa violentamente haciendo tambalear el cronómetro de museo y se dispone a abalanzarse sobre S1. Su camiseta muestra una mano con un dedo corazón extendido.
Desde su despacho Amanda observa la pantalla bajo el rótulo la Sala Polivalente 1 y teclea en una hoja de cálculo el tiempo que S1 y S2 han tardado en llegar a la mención a Hitler. Anota “Vencedor” en la columna de S1, dado que ha sido él quien ha arrastrado al contrario al tópico nazi, referencia que en redes se considera una asunción implícita de haberse quedado sin argumentos. En el apartado de Observaciones añade: “ruptura de registro verbal habitual” junto a la palabra “cagarte”. A S2 le despacha con un + en Vestimenta junto a la anotación “camiseta contenido explícito – adhesión grupos afines”.
Hoy no se esmera en sus notas porque le disgustan los experimentos presenciales. Le parece que en el cara a cara se desvirtúa el espíritu de la interacción en redes sociales, donde la pantalla y la distancia física proporcionan a los sujetos un parapeto de impunidad que incrementa su potencial. Cuanto más virtual, mejor; estos entornos destapan nuestra verdadera esencia, piensa.
El director de la Escuela es un boomer (aunque sabe que técnicamente pertenece a la generación X, como nacida en el año 2000 a Amanda le gusta incluirle en el saco de los boomer, porque eso le irrita más), y la joven comprende que como tal tenga cierto sesgo o predisposición por lo analógico, los eventos y el trabajo presencial, la parafernalia de tener unos temporizadores corpóreos y analógicos como en el ajedrez tradicional.
Lo que comprende mucho menos es lo de haber bautizado la Sala Polivalente 1 como Tigres y la 2 como Leones. Le resulta fuera de lugar, teniendo en cuenta la misión de la Escuela. El director sostiene que este homenaje a un programa infantil de los años 80 es una buena técnica de storytelling y de naming, hecha a medida de quienes toman las decisiones de compra que por ahora son los de su generación y no los jovenzuelos nacidos en el año 2000. “No son aulas sin más -insistió el director-, son aulas con canción incorporada que se puede escuchar en Youtube”.
Por más que trató de escuchar la canción de Torrebruno sin prejuicios a Amanda le siguió pareciendo una mala idea. Tan inapropiada como haber bautizado la sala de Juntas como Los Lunis o haber puesto al jefe de estudios el sobrenombre de Bob Esponja. Pero en fin, yo soy psicóloga, el experto en Marketing digital es él, se dice.
Sin embargo, también ella se permite alguna licencia boomer: va a masaje cada semana en lugar de contentarse con el Massager 3X, el aparato multifunción de última generación traído de Corea del Sur como hacen sus amigas (una de ellas le ha contado que aprovecha el momento en que la Rumba limpia su apartamento para pasarse el Massager por las cervicales, y ese paralelismo, visualizar mentalmente esa imagen simultánea de aparatos y espacios, le ha dado escalofríos a Amanda).
En este instante, al otro lado del pasillo, “Enrique Diosdado Rodríguez-Luna, pero llamadme Quique” está recibiendo en su despacho a un hombre y una mujer de mediana edad, personas grises, perfectos desconocidos destinados a convertirse en tertulianos estrella de la televisión en pocos meses. La Escuela tiene acuerdos con las dos principales cadenas de televisión privada españolas para moldear tertulianos polémicos para programas prime time. La formación trata aspectos de Retórica y Argumentación además de fake news, amarillismo y desinformación desde varios ángulos. La asignación del papel de extrema izquierda o extrema derecha a los tertulianos en formación se realiza de modo aleatorio, pero cuando el número de alumnos es impar siempre asignan el alumno extra a la extrema derecha, ya que según Quique “los de derechas pagan mejor estas cosas”.
A lo largo de su trayectoria el equipo de la Escuela ha sacado algunas conclusiones sobre las características físicas de los tertulianos, llegando a varias tipologías de personas que suelen producir más rechazo: voces chillonas o mal articuladas, ciertos acentos regionales, la facilidad para interrumpir al interlocutor, la habilidad para tergiversar lo que el otro ha dicho o la (aparente) buena memoria para los datos relevantes (sin importar demasiado que sean ciertos o no).
Estas personas puntúan muy alto en el ranking de tertuliano odioso y por tanto suelen tener mayor caché. Cuanto peor, mejor, como decía aquel, por más contraintuitivo que pueda parecer.
A nivel físico, el pelo liso y grasiento, la piel pálida o con tendencia a enrojecerse en medio de la discusión y cierto tipo de acumulación de grasa abdominal generan adhesión. Así lo demuestran los estudios de reacción de telespectadores/seguidores en redes, como si los marginados del mundo offline tratasen de compensar las humillaciones o marginación sufridas en el mundo real aupando a puestos de relieve a personas con defectos físicos parecidos a los suyos.
De hecho, en algunos casos se constató que la identificación física pesaba más que la afinidad política o ideológica a la hora de apoyar a uno de los tertulianos en detrimento de los otros. Aquí los psicólogos sociales y los politólogos de la Escuela se enfrascaron en intensos debates, pero al final se impuso la lógica de los datos y quedó clara la importancia de este sesgo estético-afectivo.
Las conclusiones de los estudiosos de una escuela afín del conglomerado Recursos Humanos dedicada a la formación de influencers fueron exactamente las contrarias: cuanto más atractivo era el candidato, mayor adhesión generaba en sus seguidores. En la mayoría de los casos el atractivo era físico, pero un físico menos agraciado podía triunfar también si la persona era ingeniosa, especialmente si hacía autoparodia.
Uno de los puntos importantes de la formación era que los tertulianos debían dominar algunas palabras clave: okupas, menas, covid, negacionismo, feminazi, calentamiento global, racista, machista… su capacidad para introducirlas en el discurso era garantía de éxito, por más forzado que pudiera resultar su uso para un espectador no polarizado (pero este tipo de espectador no abundaba, ya que precisamente otras fuerzas y profesionales se esmeraban por polarizar a la audiencia). Al principio de las sesiones prácticas se repartía a los alumnos unas tarjetas con estas palabras y una vez iniciado el “debate” sobre un tema de actualidad por parte de un profesor-presentador se cronometraba cuánto tiempo tardaba cada alumno en sacar a colación sus palabras y qué grado de seguridad era capaz de imprimir a sus afirmaciones por más falsas que fueran.
II
-Haters gonna hate, dijo David Rosado encogiéndose de hombros en la pantalla.
La premura del caso había ablandado las reticencias de Enrique respecto a las reuniones a distancia y había aceptado tratar el tema por Zoom esta vez. Mientras escuchaba al Responsable de Reputación de la Escuela, algo en el fondo de la imagen llamó la atención de Enrique. No sabía concretar qué era exactamente, pero le pareció que pese a lo que le había dicho por teléfono (“tío, me pillas en casa a punto de salir de viaje”), David no estaba en su casa.
-Yo no le daría la menor importancia -prosiguió Rosado-. Es la una del mediodía de un viernes víspera del Puente de San Isidro, estamos en Madrid, la gente se irá a la playa o al campo y el martes este par de post estará sepultado bajo fotos de Ayuso y Almeida vestidos de chulapos o cualquier cosa de ese estilo.
Al director le pareció que aquella propuesta no estaba a la altura. Aquel David Rosado, ahora al borde de la cincuentena, había sido una apuesta personal suya. Él mismo fue quien años atrás, cuando aún era coordinador, logró convencer al Comité de que lo ficharan, pese a las reticencias de algunos miembros que no se fiaban de él. Él fue quien consiguió persuadir al Comité de que alguien capaz de colocarle a Ana Rosa Quintana un texto plagiado y hacerlo pasar por contenido original propio tenía mucho que aportar a una Escuela de Formación de Recursos Humanos para el siglo XXI. Engañar a quien te ha contratado para que seas su negro literario era a juicio de Enrique todo un acto de justicia poética.
-No lo veo. Estas cosas escalan rápido -dijo Enrique-. Y en plena negociación con los curas es demasiado arriesgado. Yo indagaría más sobre el origen de los tuits. Vería si son haters conocidos o no y cuál puede ser la intención. Porque incluso aunque no sea por ellos, puede ser un caldo de cultivo para haters antiguos, gente descontenta…
-Te ahogas en un vaso de agua, man. La gente ya está pensando en su puente. Yo mismo estoy a punto de irme al Pirineo.
Poco después del “error informático” de Ana Rosa, sin haber abandonado la treintena, David Rosado lideró algunos proyectos empresariales de periodismo en España que no terminaron de funcionar y que resultaron polémicos porque sus publicaciones digitales reutilizaban contenidos ajenos (pero a cuyos autores, al menos, se citaba). Por aquel entonces a Enrique le pareció que aquello pesaba menos que el hecho de que su hermano fuera uno de los periodistas más poderosos del país. Y seguramente también influyera el hecho de que su metro ochenta y cinco, su chaqueta de cuero y la mata rebelde de pelo rizado que aparecía de repente al quitarse el casco de moto encajase como un guante en la imagen mental que Enrique tenía de un malote con futuro.
Precisamente esa cazadora de cuero negro reforzada asomaba en la esquina derecha de la ventana de Zoom, colgada en un perchero bastante impersonal que Enrique nunca había visto en casa de David.
-Sigues siendo un cabrón. Yo atacado temiendo que este puente se monte un follón y que nos quiten el proyecto de los curas y tú pensando en irte al Pirineo… Reza para que no pase nada. Como ocurra algo mientras haces alpinismo, el comité me va a pedir la cabeza del Responsable de Reputación.
-Como buen ateo que soy no pienso rezar, ya tú sabes, pero ya verás que todo va bien.
Desde aquella fase de deslumbramiento ante un tipo que parecía incombustible y de recursos infinitos hasta este momento en que un David Rosado canoso y con entradas básicamente proponía no hacer nada frente al aluvión de críticas en redes se había producido un desgaste progresivo. El brillo se había esfumado. Y por si fuera poco el director de la flamante escuela Formación para el siglo XXI no se sentía con autoridad para pedirle que anulase sus minivacaciones por algo que quiza quedase en agua de borrajas.
Con o sin David había que estar preparado por si la crisis saltaba. Los curas no iban a encomendar la mejora de su imagen pública dañada por acusaciones de pederastia a un organización incapaz de frenar sus propias crisis. Por buena que fuera la estrategia que había estado pergeñando con los expertos de la Escuela para la universidad, los curas no iban a querer saber nada de ella. Había que pensar algo y ponerse manos a la obra cuanto antes.
III
-Amanda, ¿puedes venir a mi despacho? Tenemos un problema.
Tras su conversación por Zoom a Enrique le quedó claro que necesitaba contar con alguien que fuera bueno analizando contextos y perfiles personales. Amanda era buena pese a su juventud y sus ocurrencias de millennial.
Mientras esperaba a que terminara lo que estuviera haciendo y recorriera los escasos metros hasta su despacho, el director se quedó mirando una de las capturas que había hecho de su Zoom con el insigne David Rosado. Necesitaba averiguar qué era lo que no encajaba. Mientras acercaba su cara a la pantalla grande de su monitor de alta definición se abrió la puerta.
-Se nos está yendo de las manos. Los retuits y likes están creciendo demasiado rápido para mi gusto.
El informático había irrumpido sin avisar.
Rodri era de natural tranquilo, incluso demasiado. Pertenecía a ese perfil de chaval con destrezas técnicas sobresalientes a quien su dominio de las herramientas le lleva a sobrestimar su capacidad para juzgar situaciones y tareas. Tenía 27 años y sabía mucho de diseño, analítica web, programación y de un montón de cosas relacionadas, pero tenía asimismo enormes lagunas en muchos campos, lagunas de cuya existencia no se había percatado (y eso era lo grave).
Sin embargo, aquel viernes previo al puente de San Isidro acertaba de lleno. En ese preciso instante, a las 13:45 horas, la reputación en redes sociales de la Escuela corría peligro. Y la ocasión no podía ser más inapropiada, ya que estaban a punto de firmar un suculento contrato con una universidad católica.
Ni Rodri ni Amanda eran su plan A para una situación así. Pero necesitaba activar un plan B con urgencia.
-Genial que hayas venido, Rodri. Pensaba llamarte ahora.
IV
-La cosa está así, chicos. Tenemos dos problemas. Uno, hay que evaluar la importancia de esta oleada de tuits críticos en redes y atajarla. Y dos, esto es confidencial, no puede salir de aquí -dijo bajando la voz-, no me fío de David Rosado. Quizá estoy leyendo mal la situación y lo estoy sacando todo de quicio, pero como sabeis David es el responsable de Reputación y debería estar aquí analizando con Rodri las IP de los haters y demás, pero dice que se va al Pirineo de puente y que no me preocupe, man.
A Amanda le resulta cómico ver a su jefe boomer usando expresiones “modernas” y coloquiales pero evita hacer bromas porque no está el horno para bollos.
-Así que necesito que Rodri se ponga con la parte técnica de los post (origen, si hay bots implicados, grafos…) y que tú Amanda te pongas con la parte del contenido: sentiment de los post, tipo de persona que es más probable que los haya escrito y perfil de David Rosado. Mejor empieza con el perfil de David hasta que Rodri sepa si son bots o no.
Los dos jóvenes asienten.
-Yo mientras tanto voy a intentar averiguar qué es lo que no me cuadra del fondo del Zoom con David.
V
-¿David Rosado es El Hater de Ana Rosa? ¡No me jodas! -dice Rodrigo- . Todos estos meses currando en la misma empresa que esta leyenda viva de los haters españoles y yo sin enterarme. Estoy mayor…
-Bueno, le hizo una pirula a Ana Rosa con una novela que ella le encargó escribir como negro suyo, pero de ahí a ser un hater…
-Tío, no te enteras. David plagió a varios autores y cuando el libro se publicó filtró a la prensa lo del plagio para vengarse. Eso sí, la pasta que le habían pagado por el manuscrito no la devolvió… Pensó que así hundiría a su cuñada (AR y Alfonso Rosado estuvieron casados antes de que AR se casara con el socio de Villarejo), pero esa tipa sabe latín y en España somos medio idiotas.
Rodri tecleaba frenéticamente en su ordenador mientras hablaba. Este tipo de habilidades fascinaban a Enrique. Quizá sí fuera un poco boomer después de todo.
-Ahí no acaba la cosa. Mira esto -giró el portátil para que el jefe pudiera ver la pantalla-. Siguiendo un link desde búsqueda inversa de imágenes en Google acabo de descubrir que tiene varios alias. Uno de ellos es Davide Rosetti.
-Mucha imaginación no tiene, debo decir… Bastante predecible este David Rosado. Mejor para nosotros. -dijo Amanda rompiendo su mutismo; llevaba un rato callada porque para ella Ana Rosa Quintana era solo esa presentadora mayor de Telecinco que tenía cáncer y que últimamente aparecía con un pelo rubio muy cortito que exageraba el tamaño de sus orejas. Una especie de elfo rubio tristón de grandes ojos negros tratando de convencer a todos de que estaba bien.
-Rodri, pasa estas capturas por búsqueda inversa a ver si termino de ubicar este lugar. Tengo claro que no es su casa y además Rosado no tiene un hall como tal en el que haya un perchero para poner su chupa.
-A ver… -Amanda asoma la cabeza sobre la pantalla de Enrique-. Para empezar hay dos crucifijos, uno en el perchero, integrado en una especie de logo horrible y otro en esta especie de pisapapeles o adorno boomer sin identificar.
-Rosado es ateo; me lo acaba de recordar hace un rato. O se ha echado una novia piadosa y aficionada al alpinismo o es que cuando le llamé estaba jodiéndonos el proyecto de los curas in situ y tuvo que buscarse un lugar a toda prisa para hacer nuestro Zoom.
-¿Crees que ampliando la foto podrás identificar el logo con seguridad?
-Seguridad, ninguna. Esos zooms que no pierden definición cuando amplías 50 veces solo existen en las películas. La calidad de la captura que tenemos no es muy buena, pero se parece sospechosamente al logo de la universidad católica de marras.
-¿Lo del alpinismo era un sarcasmo o es por algo que te ha dicho él?
-El man me ha dicho que se iba el puente a Pirineos.
-Imposible. Un día que le comenté que me iba a masaje David mencionó que él iba mucho al fisio porque estaba operado de la rodilla y le dolía a menudo… No creo que el plan ideal para un tío de un metro noventa que debe pesar 120 kilos con una rodilla chunga sea hacer senderismo en Pirineos.
-¿Tenemos resultados del origen de los tuits?
-La mayoría son bots desde Rumanía. Ahora la moda es que los perfiles de bots tengan todos fotos hechas con inteligencia artificial, bastante buenas, pero hay algunos trucos para detectarlo (caras demasiado simétricas, color del rostro). Viendo las horas y el patrón de difusión está claro que es algo planificado.
VI
-Los curas han anulado la reunión de la semana que viene. Me acaba de llegar el aviso. También nos han quitado los permisos para acceder a la carpeta del briefing -anuncia Rodri.
Enrique se queda ensimismado tratando de entender lo que está pasando. Qué busca exactamente David Rosado con este movimiento y cuál será su próxima jugada. Tras barajar varias opciones (venganza y avaricia), la hipótesis que le parece más plausible es que al grandullón de David la Escuela se le ha quedado pequeña, necesita más pasta, más retos, más horizonte y ha pensado que arrebatándoles este proyecto tendría un margen financiero para montárselo por su cuenta. David ha sido siempre una persona inquieta, con tendencia a cansarse pronto de sus planes.
-¿Qué hacemos, pues?
La pregunta la ha hecho Amanda, pero antes de que Enrique le diga “tú eres la de los perfiles” o antes de que Rodri proponga algún truco técnico más o menos apropiado, prosigue.
-Yo soy psicóloga, no soy experta en gestión de crisis ni en altas estrategias empresariales. Lo mismo lo que voy a soltar es una chorrada muy grande (estoy cansada y en modo brainstorming), pero si esto fuera una serie bien escrita el héroe habría aprendido una lección de todo esto. Y sus colaboradores -o sea Rodri y yo- le ayudarían a redondearla y llevarla a cabo. Yo digo que documentemos lo ocurrido, intentemos contener el flame y mañana por la mañana les contemos a los curas lo que ha pasado como gesto de buena voluntad. A estas alturas imagino que David les habrá envenenado bastante respecto a nosotros, pero no esperará que vayamos a ir directamente a los curas y a reconocer que hemos tenido un agujero en la empresa.
-Es muy arriesgado… pero es cierto que ya hemos tenido bastante hate por estos lares. Para la Responsabilidad Social Corporativa aceptar un proyecto que consiste en lavar la imagen de una universidad que ha cobijado pederastas no parece muy buena idea.
-¿Le cambio las contraseñas al usuario de David?
-Sí, desde luego.
-No sé vosotros, pero yo necesito salir de aquí, comer y descansar. Vámonos todos ya. Os aviso con lo que sea, ¿os parece?
VII
El sábado, a la hora del vermú, Enrique y Amanda reciben una convocatoria de Rodri para una reunión virtual.
-Punto 1: he podido trazar la conexión desde los bots hasta una web con dominio registrado a nombre de un tal Davide Rosetti, un torpe de campeonato. Así que bingo, sí, él está detrás de los tuits contra nosotros. Y bueno, aunque no es seguro, he dado con un tío que conoce a un tío que trabajó como diseñador web para un periódico digital de David y dice que últimamente iba echando pestes de la Escuela, que si lleva años con el sueldo congelado y sin bonus, que si pese a su muuucha experiencia prácticamente cobra lo mismo que jovencitos recién salidos de la uni que no saben hacer ni…
-Lo pillo, está resentido. ¿Cuál sería mi siguiente paso si fuera él? Se entera de que hay un proyecto con pasta, se las arregla para desacreditarnos y quedárselo él…
-Ahí yo veo un riesgo enorme -comenta Amanda-; al desacreditarnos también puede desacreditarse él, salvo que lleve tiempo planeándolo y les haya convencido de que ya no forma parte de la Escuela, o que le conocieran de antes. Debería haber correos o mensajes de algún tipo que podamos rastrear…
-No quiero nada ilegal; nada de hackeos. Pero su historial de navegación en el equipo de la Escuela sí me vale.
-El historial ya está. Es mi punto 2 para la reu de hoy. Lo teneis en el chat para descargar. Comparto pantalla con el listado de sus búsquedas recientes en Google: crecepelos, opiniones críticas sobre la Escuela… y nada sobre Los Pirineos, desde luego.
-Para un proyecto grande como este habrá buscado a algún socio o colaborador… David no domina ni siquiera las herramientas más habituales de gestión de redes. Está desfasado y le da lo mismo, por eso le quitamos el bonus el año pasado.
-Ha estado en varias plataformas de servicios digitales low cost buscando “gestor de redes barato”, “gestor de comunidades part time” y equivalentes. Los perfiles que ha visto son mazo cutres. El tipo es un rata y además no entiende que un mal community te puede dejar en bragas. -¿Algo que nos muestre cuál será su siguiente paso?
-Nop, pero he creado alertas que nos saltarán si usa alguno de sus alias habituales o si hay novedades sobre la universidad de los curas, la Escuela y demás.
-Genial, chicos. Muchas gracias por vuestro interés y vuestro tiempo. Nos vemos el martes, disfrutad del puente. Si os enteráis de algo importante que no se pueda despachar con un correo me convocais sin problema.
VIII
Enrique dedica la tarde del sábado a analizar el historial de búsqueda del navegador de Rosado. Lo primero que le llama la atención es la cadena “escuela de haters valoraciones”. El mazazo llega cuando descubre que es ese el nombre con el que muchos internautas se refieren a la escuela que él dirige, Formación para el siglo XXI.
Muchos de los usuarios de la plataforma son -o dicen ser- antiguos alumnos, y una buena proporción de ellos califica la formación recibida con cuatro o cinco estrellas sobre un máximo de cinco. Enrique siente la punzada de una migraña incipiente que llevaba mucho tiempo sin padecer. Apaga el ordenador, cierra la luz y las cortinas y se tiende sobre la cama vestido, con el antifaz y los tapones de oídos que hacía tiempo que no usaba.
Se despierta de golpe el domingo a las 11 de la mañana, vestido pero sin zapatos, con antifaz y tapones y la boca pastosa. Ha soñado con algo a medio camino entre “Karate Kid” y la serie “Kung Fu” . Un mentor con leve aire oriental le decía que hay que dominar las artes marciales para poder defenderse de los ataques pero que uno nunca debería iniciar la pelea.
Mientras toma un brunch saludable en el Honest Harvest (qué nombre más apropiado, piensa, recordando su sueño), recibe en su móvil una nueva convocatoria de reunión con la universidad católica. Tras darle un trago largo a su batido detox que según la carta “Te renueva totalmente por dentro y por fuera”, rechaza la reunión. Saca un bolígrafo y en una esquina del mantelito de papel reciclado de Honest Harvest anota: “Reunión trimestre: buscar ponentes slow journalism y código ético para redes”.
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