Cómo pasé de «preferiría no hacerlo» a crear a Azufaifa
Es curioso cómo llegamos a las cosas a veces.
A finales del año 2024 empecé a grabar audios y vídeos para trabajar mi comunicación persuasiva (comunicación profunda). Resultó un paso natural: quería mejorar la manera en que transmitía mis ideas a los demás.
Salir de La maldición de AliExpress: ese salto brutal entre lo interesantes, matizadas y complejas que sonaban mis ideas y mensajes interiormente y lo confusas, dispersas y excesivamente técnicas que se volvían en su camino hacia el exterior. Por fin, el 9 de noviembre de 2024, con el objetivo de mejorar más rápidamente y no dejar en el olvido mis buenos propósitos respecto a dominar la comunicación, me lancé un autorreto: hacer un vídeo corto al día, grabándolo con el móvil. Se lo mandaría a un amigo que entiende de estas cosas y que es lo bastante generoso y paciente como para soportar el «bombardeo» pese a su agenda ya bastante cargada.
Primeros pasos
Muchos de los vídeos eran o bien intrascendentes o bien metavídeos: vídeos sobre cómo se debe grabar un vídeo, que mostraban las dificultades que encontraba o cómo había elegido determinado tema o determinado emplazamiento para grabar. O incluso una especie de diario: «hoy me he levantado pensando en…».
Pronto, la mera repetición habitual me hizo acostumbrarme a buscar temas rápidamente y desarrollé la capacidad de improvisar: me resultaba fácil hablar 2 o 3 minutos sobre algo; no solía quedarme en blanco, pero si ocurría, seguía adelante tras la pausa. A nivel técnico los vídeos eran rudimentarios: sujetaba el móvil con la mano, o lo apoyaba en mi mesa de trabajo. El encuadre, la iluminación y hasta el atuendo eran muy mejorables. De hecho, tardé en darme cuenta de su influencia: para mí en ese momento lo importante era ver si modulaba bien la voz, si hacía pausas, si la velocidad era correcta, si conseguía resultar interesante durante tres minutos. (Como fotógrafa sé bastantes cosas sobre encuadre, composición de imagen e iluminación que son aplicables al vídeo pero mi prioridad en ese momento era el mensaje, no la manera).
El hecho de que a menudo no miraba a cámara me lo señaló por primera vez mi compañero de reto (¡hola, David!): parece muy evidente, pero yo no había caído. Mirar a cámara cuando grabas con la lente delantera de un móvil no consiste en mirar de frente y desde luego no consiste en mirarte en la pantalla del teléfono (la cámara está en un extremo del dispositivo: hay que localizarla y mirar hacia ella).
El protagonista es el destinatario
Paralelamente, según avanzaba en el reto, fui incorporando aspectos que iba aprendiendo en el curso/mentoría de comunicación persuasiva o profunda, Deep Talkers. Especialmente que lo importante de la comunicación es el destinatario, lo que le aportas a él. El que habla es simplemente un canal, no el protagonista.
Así que a partir de cierto momento mis vídeos diarios se llenaron de: “te cuento esto por si te ayuda…” y traté de hacer menos metavídeos y más sobre cosas que iba aprendiendo acerca de la vida o las relaciones humanas y que me parecían de valor universal (en cierta manera había asumido que la fase de mero reto para trabajar la técnica había quedado atrás y se imponía buscar temas que fueran relevantes para el otro pero contarlos desde mí, no como una idea mental abstracta).
Esto tuvo como efecto secundario que empecé a generar varios vídeos de los que no caducan, lo que en marketing digital se llama evergreen y aptos para ser escuchados o vistos a posteriori, en modo podcast, el fin de semana todos juntos, a modo de píldoras “filosóficas” que reservas para cuando tienes un rato tranquilo para ti, como de hecho empezó a hacer mi amigo David, compinche de este reto.

Primer gran aprendizaje
En un momento determinado mandé alguno de estos vídeos a una antigua compañera de trabajo y compinche y ella comentó que técnicamente le parecía muy bien pero que le faltaba naturalidad. Que la Elena del vídeo no era la misma con la que uno habla en persona. Era cierto: estaba muy concentrada en ser fiel a la idea y no cometer errores en su transmisión, así que trataba de no despistarme con nada, ni siquiera con un gesto espontáneo, un movimiento de manos, una sonrisa o una pausa de más. En otras palabras: daba la lección de forma impecable, pero esto no iba de reproducir con precisión un contenido canónico, sino de comunicar.
Busto parlante
La falta de naturalidad iba asociada también a la ausencia de movimientos en manos y brazos. Viendo únicamente los vídeos del reto no resultaba muy evidente porque yo tendía a usar encuadres en los que apenas se veían mis manos y brazos, pero aquí intervino también el mentor/formador de Deep Talkers (Dani Marín, ¡hola!) y diagnosticó con claridad que el siguiente paso debía ser vídeos de cuerpo entero, por una parte, y por otra, me propuso que tratara de fijarme a diario en cómo uso el cuerpo cuando hablo con otros, cuando interactúo con ellos.
En otras palabras, introducir el lenguaje no verbal en la ecuación, en mi mapa. Y hacerlo tan a menudo como se pueda, hasta que se convierta en algo automático o se integre definitivamente.
Los vídeos de cuerpo entero suponían un nuevo reto y muy grande. Tanto logístico como personal. Así que aunque la idea era dar prioridad a este formato, he hecho pocos. A cambio, me compré el juego Taboo con idea de jugar en familia con él para mejorar mi gestualidad, pero las fiestas navideñas transcurrieron por otros derroteros y no lo llegamos a usar (nunca parecía ser el momento…).
Pero como dice el proverbio: «If there’s is a will, there’s a way». Si realmente lo quieres hacer, encontrarás la manera. Así que lo que se me ha ocurrido es grabarme vídeos tratando de expresar no verbalmente lo que indique la tarjeta y que el espectador tenga que adivinar de qué palabra o concepto se trata. No he definido las condiciones aún, aunque tengo claro que debería ser un vídeo muy breve y que yo debería aparecer de cuerpo entero o plano americano.
La potencia sin control
A razón de un vídeo al día, pronto llegó un momento en el que me junté con más de cincuenta vídeos… pero de repente caí con espanto en que no me había puesto a analizarlos, algunos de ellos los había visto un par de veces pero de manera superficial y de otros me había olvidado en cuanto los envié.
Así que pese a la euforia que sentía por haber cumplido un reto que en su momento parecía bastante desafiante, me di cuenta de que me había quedado a medias. En este tipo de retos hay dos aspectos importantes: 1) la acción en sí misma como vector para mejorar simplemente por el hacer repetido y 2) la capacidad de ir implementando mejoras continuas a partir de los errores y áreas de mejora detectadas.
De nuevo, resulta muy evidente ahora la parte de la tarea que me había saltado cuando lo formulo a toro pasado, pero no lo era tanto cuando en la vorágine del día a día buscaba un momento, un emplazamiento y un tema para grabar el vídeo y lo hacía de lunes a domingo, integrado con el estudio de las oposiciones, el ejercicio, la vida familiar, y varios cursos que estaba haciendo. (En cierta manera, la acción y el análisis se repelen. Se suele hablar mucho de la parálisis por análisis, pero también conviene hablar de “la potencia sin control”, ¿para qué quieres 60 vídeos si en el vídeo 60 sigues cometiendo los mismos errores que en el 1º? Estoy exagerando, claro, incluso de manera inconsciente la repetición te ayuda a pulir cosas, pero la mejora es infinitamente mayor si le pones atención e intención a las acciones).
Decidí entonces que haría vídeos solo de lunes a viernes y que durante el fin de semana los iría analizando… pero claro, analizando ¿cómo? La Elena de dos meses y medio después no era la que empezó el reto. Ya no era solo acostumbrarte a ver tu careto grabado y a observar si la parte visual apoyaba la parte sonora, con la que me sentía más segura. Ahora había que ser natural, no ser robótica, gesticular con manos y brazos, mirar a cámara, y sobre todo contar algo que fuera relevante para el otro.

Presencia
Y lo más importante, estar presente. Creo que eso es lo que sintetiza la diferencia entre un buen comunicador y otro que no lo es: si no está presente no puede ser auténtico, carismático, “seductor”, ni persuasivo.
En resumen, la ficha de análisis de los vídeos debía ser completa pero al mismo tiempo lo bastante sencilla como para no abrumar al analista.
A finales de diciembre de 2024, a mi aliado en este reto y a mí la revisión de alguno de las decenas de vídeos grabados nos hizo darnos cuenta de que iba siendo hora de dar un salto cualitativo a nivel técnico: se hacía necesario profesionalizar el vídeo en sí. Ya no bastaba con usarlo como un soporte de autoanálisis, necesitaba encontrar una forma sencilla pero eficaz de lograr encuadres que no distorsionen el mensaje, una iluminación correcta, un sonido adecuado. Al fin y al cabo, soy periodista… aunque la televisión y salir en cámara nunca me ha llamado la atención, siempre he sido más de escribir, pero en el fondo es bastante lógico recorrer el siguiente paso hacia la parte técnica.
Y ahí es cuando topé con una formación para grabar vídeos desde el móvil. Pero eso ya es otra historia. Además, ahora toca atender a lo prioritario: los exámenes de oposición, y eso sí que es un reto…
A modo de conclusión
Y todo esto te lo cuento para que cuando quieras adquirir alguna habilidad o destreza o instaurar algún nuevo hábito, puedas aplicar mi experiencia sobre la importancia de recurrir a aliados (o accountability partners como los llaman los anglos), de ser constante en la acción y combinarla con un análisis enfocado y sintético.
P.D. Si te interesa esto de la Comunicación profunda, en el siguiente enlace puedes leer más sobre mi mentor, Dani Marín y su programa Deep Talkers.
Enhorabuena por haber cumplido este reto! Sin duda eres constante y estás trabajando tu comunicación y presencia.
Coincido contigo en trabajar de manera más cercana a la grabación el análisis para tomar control de todo ese esfuerzo que estás poniendo. Sin duda, te ha ayudado mucho la evolución desde vídeos básicos a contenido más relevante, enfatizando la mejora continua y la autenticidad.
¡Gracias, Mireia! El movimiento se demuestra andando, como se suele decir…
Enhorabuena Elena, te admiro! siempre aprendiendo , gracias por compartir ❤️
Gracias a ti por leer! 😉